
Un 28 de marzo de 1936 la Ciudad Blanca de Arequipa dio la bienvenida a su hijo más ilustre, Mario Vargas Llosa; novelista y ensayista prolífico, ganador del Premio Biblioteca Breve 1962, del Premio Planeta 1993, del Premio Nobel de Literatura 2010, entre otros reconocimientos. También es el único peruano en ser incorporado a la Academia Francesa, el mayor honor al que cualquier académico francófilo puede aspirar. Creció con la mentira de que su padre estaba muerto; eventualmente supo la verdad y se fue a vivir junto a él y su madre, lo cual ha sido descrito
por expertos como la primera experiencia del escritor con las figuras autoritarias, algo que criticará a lo largo de toda su obra. Allí está el encuentro con el siniestro Cayo Bermúdez en “Conversación en La Catedral” (1969) o su versión de Rafael Trujillo en “La fiesta del Chivo” (2000). A 89 años de su nacimiento, Vargas Llosa ya no escribe. En cambio sí se escribe de él. Este especial, por ejemplo, que es una forma de rendirle tributo a la huella personal que ha dejado en el Perú, sea como escritor, sea como político o como ciudadano defensor de la libertad.